sábado, 14 de febrero de 2009

Sobre un elogio innecesario de los libros y una crítica que nunca estará de más


Siempre hará falta que alguien o algo nos refresque la importancia que la lectura tiene y también la que no tiene (y para quién no la tiene), mucho más en épocas recientes, donde cualquier aspecto debe analizarse desde la lógica de la globalización.

Me refiero a "la importancia que no tiene", porque partiendo de aquí, pueden precisarse algunos de los factores que Carlos Monsiváis resalta en su texto Elogio (innecesario) de los libros que, por reconocerse como factores suceptibles de criticarse y denunciarse, validan mucho más un elogio de los libros.

La preocupación por el paupérrimo hábito de lectura entre los mexicanos, siempre ha estado presente en los ámbitos intelectuales y académicos, y tambien ha estado presente entre los gobernates ¿no es asi? Sin embargo, las condiciones siguen siendo las mismas.

Monsiváis maneja tres ejes principales, sobre los que se cimenta la problemática de la falta de lectura: el primero y por autonomasia, es la falta del hábito inculcado desde la niñez, desde la familia, desde la misma sociedad.

El segundo se refiere a la falta de apoyo y políticas públicas por parte del gobierno federal, debido a un problema que podria atribuírsele al primer factor: los mismos gobernantes están alejados de la lectura, porque ni siquiera cuentan con tiempo. Este despego de la lectura se ha traducido en al falta de medidas proteccionistas.

El tercer factor es la educación impartida en las escuelas, donde imperan métodos obsoletos de enseñanza conjuntados con otras muchas razones como la falta de capacitación de los profesores o los alumnos que desertan para entrar a trabajar.

También está la otra cara de la moneda, es decir, aquellos alumnos de escuelas privadas. Si bien los altos costos de los libros son una limitante para estudiantes de escuelas públicas, quienes se supone no pueden costear la colegiatura de institutos caros, entonces ¿por qué los estudiantes de escuelas privadas no leen más?

Es aquí donde se reconoce la importancia de los tres factores antes mencionados. Cabe aclarar antes de continuar que, poner solucion a cualquiera de estos tres factores por separado no bastaría para tener un país de lectores, se necesitan soluciones conjuntas.

Ahora quiero ahondar sobre otras razones, que atienden más a (como mencionaba en el primer párrafo) consecuencias de los procesos de la globalización.

Sí se lee...

Punto y aparte de la minoría lectora, de aquella que ve en la lectura ,citando a Monsiváis, "el ingreso a la racionalidad, la fantasía, la grandeza de los idiomas, el don de extraer universos de la combinación de palabras", existen aquellos asiduos lectores de bestsellers y libros de superación personal.

Es así como libros como el Código Da Vinci o ¿Por qué los hombres aman a las cabronas? se convierten en los libros más vendidos, convirtiendose en parte de las industrias culturales estadounidenses que gustosas imponen el consumo de libros de dicho corte.

De igual manera, es preocupante la situación de las industrias editoriales, ya que de alguna forma existe un monopolio de algunas editoriales absorbiendo a los escritores más prestigiosos y eliminando la competencia de pequeñas editoriales que no tienen mayor remedio que el de adherirse a grandes holdings.

Hay un elemento protagonista de nuestras vidas, que para mucho sería terrible prescindir de él. Me refiero a internet. Monsiváis no le da mayor importancia en su texto, pero considero que aunado a las grandes dosis televisivas, ha alejado también a las personas de los libros y de un hábito de lectura menos abrumador, ya que se lee mucho navegando en internet pero es un ejercicio fragmentario, como el propio Monsiváis lo llama.

A manera de conclusión

Respecto a la interrogante que plantea el autor acerca de que si la lectura humaniza, debo responder que no. El más docto en un tema gracias a su hábito como lector no lo hace superior al albañil que jamás tuvo o tendrá la oportunidad de "cultivarse", y el mismo autor lo explica elocuentemente, parafranséandolo, dice que, leer no consiste en la superioridad con respeto a otros si no en el cambio interno, en la certeza de que uno al leer ha sido mejor que de costumbre.







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